miércoles, 4 de diciembre de 2024

De las lagunas del recuerdo a la transferencia: el trayecto del psicoanálisis

En sus inicios, Freud concibe el psicoanálisis como una práctica orientada a llenar las lagunas del recuerdo, permitiendo así el levantamiento del síntoma. Este enfoque inicial define al síntoma como el resultado de un conflicto psíquico que permanece fuera del registro consciente del sujeto, lo que da lugar a la formulación del concepto de inconsciente.

Sin embargo, el desarrollo del psicoanálisis desplaza progresivamente su orientación del efecto hacia la causa. Este cambio lo lleva a buscar las determinantes estructurales de los conflictos que subyacen al síntoma. En este contexto, el complejo de Edipo emerge como una construcción significante que aborda un imposible inherente a la estructura del lenguaje y que afecta la posición del sujeto.

Este movimiento de Freud, del efecto a la causa y de la prohibición a la imposibilidad, delimita el campo propio del psicoanálisis. Es aquí donde la transferencia adquiere un lugar central. Freud observa que la transferencia introduce al analista en el juego de la cura, no solo como partícipe del dinamismo libidinal del sujeto, sino también como parte de su economía política del goce.

Cuando Lacan afirma en el Seminario 11 que la pulsión solo puede abordarse a través de la transferencia, subraya que la posición del analista como objeto en la transferencia no es más que la puesta en acto de un obstáculo. En este sentido, la transferencia se convierte en un testimonio de lo imposible que el psicoanálisis delimita: lo que no puede ser dicho ni escrito.

Esto resalta una especificidad fundamental de la transferencia analítica: su entramado con la función del objeto a como real. Este objeto, definido como el resto de la cosa sabida, trasciende la simple suposición de saber, empujando a la transferencia hacia un terreno donde lo imposible cobra forma y puede trabajarse dentro del dispositivo analítico.

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