viernes, 14 de marzo de 2025

El deseo, la máscara y la escucha analítica

Interrogar la eficacia de la práctica analítica implica considerar su relación con las dificultades, contradicciones y callejones sin salida que pone en evidencia. Lacan, en el Seminario 5, plantea que esta eficacia no radica en evitar el atolladero, sino en incluirlo y abordarlo a través del deseo. La práctica analítica no elude los obstáculos, sino que los toma como parte de su funcionamiento.

El deseo se desprende de una demanda que ha sido significada, pero su esencia no se reduce a un efecto de sentido. Se trata, más bien, de la incidencia misma del significante, lo que instala una divergencia entre la demanda y la necesidad. En este punto, el deseo se presenta como un resto: aquello de la necesidad que no ha sido absorbido por la demanda.

Para entrar en funcionamiento en el sujeto, el deseo requiere de una máscara. Esta máscara no solo vela u oculta, sino que también viste y muestra. Es solidaria de la ficción del significante, permitiendo articular lo que, en sí mismo, no es articulable. Por eso Lacan afirma que el deseo es su interpretación, ya que se sostiene en la máscara que lo estructura.

El síntoma, desde su emplazamiento en el grafo, es una de estas máscaras del deseo. Lacan resalta que el material del síntoma pasa por modas, señalando el carácter histórico del semblante. Así, el síntoma toma su forma a partir de los significantes disponibles en el Otro de cada época, mostrando cómo los cambios culturales afectan la estructura simbólica del sujeto.

La máscara, además, está vinculada al fantasma. No solo cubre, sino que revela a la vez que oculta. El sujeto, al sostener su máscara, mantiene una distancia frente a la castración del Otro, revistiéndose de un valor ilusorio.

Desde la práctica analítica, esto implica una escucha más allá de las manifestaciones evidentes. No basta con atender el motivo de consulta del paciente; es fundamental escuchar entre líneas. Esto significa descifrar las coartadas del sujeto, aquellas construcciones que le permiten eludir su propia relación con el deseo del Otro, la demanda y el goce.

Si la escucha analítica apunta más allá de la máscara, es porque busca situar la posición en la que el sujeto queda no solo comprometido, sino concernido. Esto abre la posibilidad de una torsión subjetiva: pasar de la posición de ser deseado a la de ser deseante.

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